domingo, 27 de diciembre de 2015

Don Abilio Gonzales

Imaginero del valle del Mantaro


Valle del Mantaro
El valle del Mantaro, en la Sierra Central del Perú, es una región de peculiares características económicas y sociales que, a partir de la construcción del Ferrocarril Central y, más tarde, de su sistema de carreteras se ha incorporado a la economía y la cultura modernas conservando mucho de su personalidad original. Su actividad principal sigue siendo la agropecuaria pero el  comercio ha tenido significativa influencia en la definición de su perfil económico. Casi desde comienzos del siglo XX se lleva a cabo en Huancayo –la  capital del departamento– la feria dominical, en ella se intercambia una gran variedad de productos cuyo volumen ha llevado al impulso de diversas producciones manufactureras.
Una de esas, relacionada probablemente a la labor de elaboración y mantenimiento de figuras religiosas, ha sido la imaginerìa que, aunque no es especialmente difundida en la zona, tiene, en la labor de la familia Gonzales, muestras de notable importancia.

Don Pedro Abilio Gonzales

Don Pedro Abilio Gonzales, patriarca de la familia era oriundo del pueblo de Aza. Un anexo del distrito de El Tambo de la provincia de Huancayo, establecido a orillas del río Succha; dedicado a la agricultura, con un sector urbano muy pequeño, algo de comercio y algunas actividades institucionales, como la escuela y la posta médica. La mayoría de su población vive en el campo en casas ubicadas a lado de sus lugares de cultivo.

Don Abilio nació el 22 de febrero de 1912 y cuando lo conocimos en 2001, a pesar de su avanzada edad, conservaba una gran vitalidad y el pleno uso de sus facultades. Vivió siempre en el mismo pueblo, combinando su actividad en la pequeña agricultura con su labor de imaginero. Según la información recogida, habría aprendido el oficio de su padre Gregorio Gonzales, quien no habría desarrollado mayormente la labor artesanal pues según Don Abilio «era persona ociosa, que aprendió a utilizar las cruces que fabricaba llevándolas en la mano para pedir limosna, en vez de trabajar», desde sus inicios en la imaginería había combinado la confección y reparación de figuras religiosas con representaciones de tradiciones y costumbres de la zona. Su mercado inicial fue la feria dominical, donde había colocado sus imágenes desde la década de los treinta, principalmente la producción costumbrista para el adorno de nacimientos, su producción de cruces e imágenes religiosas fue hecha inicialmente a pedido.

Su obra
La producción principal de Don Abilio está constituida por figuras talladas en maguey, vestidas con ropas de tela encolada. Son de formato pequeño, desde aproximadamente unos 15 cm. de altura, hasta las mayores, que no exceden de 25 cm. A este grupo se incorpora un grupo grande de cruces de caminante, de medida variable aunque la mayoría miden entre 80 y 90 cms.

La Temática 
Su temática está constituida, de un lado, por una gran cantidad de figuras con temas profanos, sobresaliendo personajes de la vida cotidiana: vendedores, cargadores de leña y sobre todo diversos participantes de fiestas y tradiciones populares de la zona del Mantaro, músicos y danzantes.
Cruz con elementos pasionarios
De otro lado hay representaciones variadas de temas religiosos que habrían constituido la ocupación primigenia del imaginero: imágenes del Apóstol Santiago, de la Santísima Trinidad y escenas de carácter bíblico como Adán y Eva frente a una planta de tuna. Mención aparte merecen las cruces imitan a las de caminante con un repertorio de rostros de Cristo y diversos motivos alusivos a la pasión.

Figuras en proceso
El Proceso 
La confección de las figuras se inicia con el acopio de troncos de maguey en las cercanías del lugar, a estos se les elimina la corteza y las capas superficiales pues sólo la parte interior es apta para el trabajo de tallado. El corazón de la madera es poroso y blando, en ella se talla la figura que luego será cubierta con yeso, para ello Don Abilio utilizaba diversos desbastadores y cuchillas. La forma la complementa la vestimenta trabajada en tela de algodón que se encola para darle forma permanente. La parte final es el coloreado realizado con diversas tierras y ocres naturales, que Don Abilio preparaba de manera artesanal, aunque había incorporado también algunas anilinas de fabricación comercial.

Las figuras están trabajadas destacando los detalles de su indumentaria en vivos colores. Los caracteres personales son sencillos, tanto los rostros como las manos son modelados con yeso, lo mismo que algunos otros detalles, esto evidentemente mejora el acabado pero le da a las piezas gran fragilidad. En todos ellos destacan elementos complementarios que delimitan su personalidad. Los músicos se representan con sus instrumentos: violines, arpas, saxofones y clarinetes e incluso waqrapukos y guitarras.

Las figuras corresponden a diversas danzas propias de la región con los detalles de su indumentaria: abelinos con su ropaje de andrajos, wailijías, con sus azucenas coloreadas.
Adán y Eva con fruto de tuna
Asimismo están muy bien representados bailarines de huaylars y los de marinera con pañuelos blancos. Mención aparte merecen las obras religiosas, que están trabajadas con mayor meticulosidad y detalle, en ellas destaca la vestimenta con elementos locales. En el caso de las cruces los elementos de la pasión están trabajados en maguey pero los rostros del Cristo son de yeso vaciado en molde.

.Autorretrato del artista
A lo largo de su trayectoria Don Abilio ha recibido algunos reconocimientos por parte de instituciones encargadas de promoción de la actividad artístical, obtuvo en 1974 el primer premio en un concurso organizado por el Banco Industrial. Representó a nuestro país en el el Primer Curso Internacional para Artesanos Artífices en Cuenca, Ecuador en 1977. Pero sin lugar a dudas el reconocimiento mayor ha sido la obtención, en el año 1996, del Premio Nacional de Gran Maestro de la Artesanía Peruana. Este premio fue instituido en 1993, en base a la coordinación de algunas instituciones: La Confederación Nacional de Artesanos, con base en Lima, El Instituto de Desarrollo del Sector Informal (IDESI) y el Ministerio de Industria, Turismo, Comercio y Negociaciones Comerciales Intenacionales.

Los descendientes
Don Abilio tuvo tres hijos, dos le sobreviven, pero de ellos sólo uno, Julián, ha continuado la tradición de confección de figuras, él nació en 1934 y afirma haber trabajado con su padre desde niño. De los cinco hijos de este último, tres han optado por la continuidad de la actividad artística son Pedro, Javier y Antonio, quienes tanto en el país, como en el extranjero continúan la obra de don Abilio, lo cual asegura la pervivencia de esta notable tradición de arte popular.

Textos y fotos: Carlos Cosme



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