domingo, 27 de diciembre de 2015

Don Abilio Gonzales

Imaginero del valle del Mantaro


Valle del Mantaro
El valle del Mantaro, en la Sierra Central del Perú, es una región de peculiares características económicas y sociales que, a partir de la construcción del Ferrocarril Central y, más tarde, de su sistema de carreteras se ha incorporado a la economía y la cultura modernas conservando mucho de su personalidad original. Su actividad principal sigue siendo la agropecuaria pero el  comercio ha tenido significativa influencia en la definición de su perfil económico. Casi desde comienzos del siglo XX se lleva a cabo en Huancayo –la  capital del departamento– la feria dominical, en ella se intercambia una gran variedad de productos cuyo volumen ha llevado al impulso de diversas producciones manufactureras.
Una de esas, relacionada probablemente a la labor de elaboración y mantenimiento de figuras religiosas, ha sido la imaginerìa que, aunque no es especialmente difundida en la zona, tiene, en la labor de la familia Gonzales, muestras de notable importancia.

Don Pedro Abilio Gonzales

Don Pedro Abilio Gonzales, patriarca de la familia era oriundo del pueblo de Aza. Un anexo del distrito de El Tambo de la provincia de Huancayo, establecido a orillas del río Succha; dedicado a la agricultura, con un sector urbano muy pequeño, algo de comercio y algunas actividades institucionales, como la escuela y la posta médica. La mayoría de su población vive en el campo en casas ubicadas a lado de sus lugares de cultivo.

Don Abilio nació el 22 de febrero de 1912 y cuando lo conocimos en 2001, a pesar de su avanzada edad, conservaba una gran vitalidad y el pleno uso de sus facultades. Vivió siempre en el mismo pueblo, combinando su actividad en la pequeña agricultura con su labor de imaginero. Según la información recogida, habría aprendido el oficio de su padre Gregorio Gonzales, quien no habría desarrollado mayormente la labor artesanal pues según Don Abilio «era persona ociosa, que aprendió a utilizar las cruces que fabricaba llevándolas en la mano para pedir limosna, en vez de trabajar», desde sus inicios en la imaginería había combinado la confección y reparación de figuras religiosas con representaciones de tradiciones y costumbres de la zona. Su mercado inicial fue la feria dominical, donde había colocado sus imágenes desde la década de los treinta, principalmente la producción costumbrista para el adorno de nacimientos, su producción de cruces e imágenes religiosas fue hecha inicialmente a pedido.

Su obra
La producción principal de Don Abilio está constituida por figuras talladas en maguey, vestidas con ropas de tela encolada. Son de formato pequeño, desde aproximadamente unos 15 cm. de altura, hasta las mayores, que no exceden de 25 cm. A este grupo se incorpora un grupo grande de cruces de caminante, de medida variable aunque la mayoría miden entre 80 y 90 cms.

La Temática 
Su temática está constituida, de un lado, por una gran cantidad de figuras con temas profanos, sobresaliendo personajes de la vida cotidiana: vendedores, cargadores de leña y sobre todo diversos participantes de fiestas y tradiciones populares de la zona del Mantaro, músicos y danzantes.
Cruz con elementos pasionarios
De otro lado hay representaciones variadas de temas religiosos que habrían constituido la ocupación primigenia del imaginero: imágenes del Apóstol Santiago, de la Santísima Trinidad y escenas de carácter bíblico como Adán y Eva frente a una planta de tuna. Mención aparte merecen las cruces imitan a las de caminante con un repertorio de rostros de Cristo y diversos motivos alusivos a la pasión.

Figuras en proceso
El Proceso 
La confección de las figuras se inicia con el acopio de troncos de maguey en las cercanías del lugar, a estos se les elimina la corteza y las capas superficiales pues sólo la parte interior es apta para el trabajo de tallado. El corazón de la madera es poroso y blando, en ella se talla la figura que luego será cubierta con yeso, para ello Don Abilio utilizaba diversos desbastadores y cuchillas. La forma la complementa la vestimenta trabajada en tela de algodón que se encola para darle forma permanente. La parte final es el coloreado realizado con diversas tierras y ocres naturales, que Don Abilio preparaba de manera artesanal, aunque había incorporado también algunas anilinas de fabricación comercial.

Las figuras están trabajadas destacando los detalles de su indumentaria en vivos colores. Los caracteres personales son sencillos, tanto los rostros como las manos son modelados con yeso, lo mismo que algunos otros detalles, esto evidentemente mejora el acabado pero le da a las piezas gran fragilidad. En todos ellos destacan elementos complementarios que delimitan su personalidad. Los músicos se representan con sus instrumentos: violines, arpas, saxofones y clarinetes e incluso waqrapukos y guitarras.

Las figuras corresponden a diversas danzas propias de la región con los detalles de su indumentaria: abelinos con su ropaje de andrajos, wailijías, con sus azucenas coloreadas.
Adán y Eva con fruto de tuna
Asimismo están muy bien representados bailarines de huaylars y los de marinera con pañuelos blancos. Mención aparte merecen las obras religiosas, que están trabajadas con mayor meticulosidad y detalle, en ellas destaca la vestimenta con elementos locales. En el caso de las cruces los elementos de la pasión están trabajados en maguey pero los rostros del Cristo son de yeso vaciado en molde.

.Autorretrato del artista
A lo largo de su trayectoria Don Abilio ha recibido algunos reconocimientos por parte de instituciones encargadas de promoción de la actividad artístical, obtuvo en 1974 el primer premio en un concurso organizado por el Banco Industrial. Representó a nuestro país en el el Primer Curso Internacional para Artesanos Artífices en Cuenca, Ecuador en 1977. Pero sin lugar a dudas el reconocimiento mayor ha sido la obtención, en el año 1996, del Premio Nacional de Gran Maestro de la Artesanía Peruana. Este premio fue instituido en 1993, en base a la coordinación de algunas instituciones: La Confederación Nacional de Artesanos, con base en Lima, El Instituto de Desarrollo del Sector Informal (IDESI) y el Ministerio de Industria, Turismo, Comercio y Negociaciones Comerciales Intenacionales.

Los descendientes
Don Abilio tuvo tres hijos, dos le sobreviven, pero de ellos sólo uno, Julián, ha continuado la tradición de confección de figuras, él nació en 1934 y afirma haber trabajado con su padre desde niño. De los cinco hijos de este último, tres han optado por la continuidad de la actividad artística son Pedro, Javier y Antonio, quienes tanto en el país, como en el extranjero continúan la obra de don Abilio, lo cual asegura la pervivencia de esta notable tradición de arte popular.

Textos y fotos: Carlos Cosme



domingo, 20 de diciembre de 2015

Las islas de uros en el Titicaca

Arquitectura que emerge del agua


Atardecer a orillas del Titicaca
El ecosistema altiplánico, definido por una altitud superior a los 3 800 msnm., ha planteado enormes retos a los grupos humanos que se asentaron en su territorio. Estos grupos han tenido que aprender a enfrentar un clima con temperaturas muy por debajo de los cero grados, con heladas, nieve, granizo y fuertes vientos. En oposición a las dificultades que estas condiciones generaban, los seres humanos habitaron esta región desde mucho antes de la era cristiana, domesticando auquénidos y productos vegetales como la papa y la quinua, para constituir una economía exitosa que sirvió de base al desarrollo de altas culturas como Tiwanaku o los reinos aimaras.

Camellones a orillas del Titicaca
De un lado, se produjo un reconocimiento exhaustivo de los recursos alimenticios de la zona y por otro lado se impulsó la inventiva humana para aprender a enfrentar su difícil clima. El resultado de estas acciones fue la adaptación del territorio y la generación de condiciones para permitir su habitabilidad.

Las islas de totora construidas en el lago Titicaca son uno de los ejemplos más importantes de la arquitectura vernácula, a la cual Jorge Burga define como arquitectura sin arquitectos.
Es decir aquella cuyas pautas formales y tecnológicas provienen de la respuesta apropiada de sus constructores a las condiciones del clima, el paisaje y los materiales de cada lugar, mediada por su cultura y que, de ese modo, se convierten en arquetipos constructivos.

El lugar
El Collao, es decir el altiplano peruano boliviano es un territorio que se extiende desde el departamento del Cusco hacia el sur, hasta el lago Poopó en Bolivia, tiene una altura que oscila entre los 3 800 y los 4 600 msnm. Con una zona de depresión al sur, de menor altura, en la cual se halla localizado el lago Titicaca, en una hoya de más o menos 60,000 km2. Esta presencia le proporciona uniformidad al terreno como zona de extensas llanuras aluviales cubiertas de pastos y matorrales. Al lago confluyen la mayoría de ríos del altiplano a excepción del río Desaguadero que, por el contrario, sale de él para llevar sus aguas al lago Poopó.

El clima se caracteriza por la oscilación de sus temperaturas, con fuertes variantes entre las correspondientes al día y a la noche. La media va de 0º a 7º, mientras que la máxima va de 15º a 22º y la mínima de -9º a -22º centígrados. La sensación de frío también es variable durante el día, según se mida a la sombra o en exposición al sol. Las lluvias, el granizo y la nieve son frecuentes, su temporada va desde octubre hasta mayo reverdeciendo el territorio que adopta tonalidades grises y marrones en la otra época del año. Es de tenerse en cuenta, a este respecto, que las aguas del lago cumplen una función estabilizadora de la temperatura y el clima en general de sus zonas aledañas, al absorber el calor del medio durante el día y devolverlo por las noches –cuando la temperatura exterior desciende mucho–.

Los Uros
Entre los diversos pueblos que habitaron la región altiplánica, los uros constituyeron un sector tradicionalmente minoritario aunque se les asumía como los más antiguos pobladores de la zona, relegados desde épocas ancestrales se pensaba que constituían los remanentes de una raza en extinción que incluso habría perdido su idioma.

Imagen de los pobladores uros*
Se hallaban distribuidos en varios sectores. El mayor número de ellos habitaba en territorio boliviano. En el Perú se hallaban divididos en dos sectores: uno en tierra firme denominado Urus Chulluni, al norte de la ciudad de Puno en el área circundante de la Isla Esteves y el otro sector es el de las islas flotantes.

Los documentos de la época de la dominación española designaban como uros a los pobladores más pobres de la meseta del Collao, a quienes por su precariedad no era posible exigir el mismo tributo que a los aimaras.
Se les designaba fundamentalmente por su condición económica y no por su condición étnica o lingüística, también se nombraba así a los pescadores más pobres de las costas de Arica, aunque es posible que, dada la tradición de manejo de enclaves por parte de los pobladores altiplánicos, existiese alguna relación entre los pobladores costeños y los del Collao. Su condición de desposeídos de tierras de cultivo les habría llevado a poblar los matorrales del lago desde donde habrían empezado a poblar las aguas mismas.

Las Islas
Las islas flotantes están localizadas en la bahía de Puno, en el sector oeste del Lago Titicaca, aproximadamente a 7 km. Al noreste de esta ciudad, 15º 50’ de longitud oeste del meridiano de Grenwich; a una altitud aproximada de 3810 msnm. Presentan un clima frío y seco, con abundantes lluvias acompañadas de fuertes vientos y oleajes en la tardes, mientras en invierno hace bastante frío por las noches y de día presentan fuerte asoleamiento. Forman parte de la Reserva Nacional del Titikaka y han sido construidas en la zona de totorales más grande del territorio peruano, estos favorecen el equilibrio del ecosistema constituyendo el hábitat tanto de diversas aves silvestres como de algunas variedades de peces.

La totora
Pero es, sin duda alguna, la totora el producto básico y fundamental de la flora de esa zona, la base sobre la cual se erige el mundo de los uros. La totora es una planta acuática que puede crecer espontáneamente en los humedales. Es un tipo de junco de hojas perennes, sus raíces forman penachos delgados que dan anclaje a la planta en el sustrato de fango.
De  la raíz se despliega el rizoma, constituido por un cilindro vertical con muchos haces semileñosos que se extienden horizontalmente bajo el agua, estos contienen gran cantidad de sustancias de reserva, lo que permite a las plantas mantenerse en estado de latencia durante los períodos de sequía. Cuando vuelven los períodos de humedad, rebrotan inmediatamente las yemas. Los rizomas contienen gran cantidad de yodo, por lo que sirven de alimento y tienen importante valor medicinal. Sirven como astringente para controlar las diarreas, lo mismo que se le emplea para combatir la fiebre. Los tallos y las hojas de la totora son erectos y lisos, pudiendo alcanzar una altura de tres y hasta cuatro metros por encima del agua. Están compuestos de un tejido vegetal que permite mantener en su interior abundante agua y aire, en proporciones estables durante largos períodos de tiempo, de modo que puedan mantenerse erectas. La fibra de totora es utilizada para elaborar todo tipo de artefactos. Dispuesta en gavillas y en capas tiene una gran capacidad de aislamiento térmico y acústico, por lo que presta gran utilidad como material de construcción. 

Poblamiento actual
No tenemos información que sustente el hecho que los habitantes actuales de la isla sean descendientes de los grupos étnicos originales. La población contemporánea está distribuida actualmente en 40 islas organizadas en cuatro sectores: sector Huerta Kantuta, sector Santa Cruz, sector Páramos y sector Marccon. Sus actividades productivas principales han sido, por mucho tiempo, la pesca y la caza en las islas, aunque no se internan en el lago a pescar sino que lo hacen de noche en sus propias islas. Realizan también producción artesanal, sobre todo de textiles, hacen también trabajos de totora como balsas, representaciones de animales y también disecan aves del lago. Desde la segunda mitad del siglo XX, su economìa ha estado sustentada en el turismo, el cual se ha incrementado notablemente en estos últimos años en el conjunto de la región modificando,de modo importante, la dinámica de vida en las islas.

Arquitectura emergiendo del agua
La totora abundante en la zona ha permitido la construcción de las “islas flotantes” de los uros que, curiosamente debemos aclarar, en realidad no son islas ni flotan, son realmente balsas ancladas al fondo del lago mediante palos y sogas.

Bloques de kille
Para posibilitar la construcción de la isla los habitantes traen, desde distancias a veces mayores a cinco kilómetros, bloques sólidos producidos por el entretejido natural de raíces de totora y fango endurecido. Este material, al que los pobladores denominan kille, es aceptablemente compacto pero de baja densidad y de gran porosidad interna, por lo que su flotabilidad es alta. Estos bloques son atravesados por palos atados con sogas de modo de permitir su anclaje al fondo del lago e impedir su desplazamiento involuntario, se unen lateralmente y se aseguran con sogas para posibilitar su arriostre horizontal.
Sobre esta base, suficientemente sólida, se va superponiendo sucesivas capas de totora, asegurándose de entrecruzar el sentido de las varillas para proporcionar estabilidad al conjunto.

Capas sucesivas de totora
El grosor mínimo de las islas es de dos metros: uno de kille y, sobre él, otro metro de capas superpuestas de totora. Esta, como material orgánico, se descompone por lo que permanentemente es necesario acopiar nuevas capas de modo de ir reemplazando las descompuestas. Vale decir la isla está siempre en proceso de construcción mediante el acopio sucesivo de capas de totora.

Las viviendas
Algunas zonas de la isla se elevan ligeramente respecto al resto, sobre esas elevaciones se erige las viviendas constituidas por habitaciones unicelulares de poca altura con base rectangular y techo a dos aguas; es usual que estén constituidas por una sola habitación, aunque algunas pueden tener un número mayor, en ese caso las habitaciones se organizan en grupos pero no se interconectan. En ellas se lleva a cabo funciones diversas, menos la de cocinas, por el temor a los incendios. Las cocinas son unidades independientes de forma aproximadamente cónica en cuyo interior se coloca un fogón de cerámica, el recinto sirve también de depósitos de alimentos.

Disposición circular y torre mirador*
La distribución de las unidades de vivienda tiende a definir espacios centrales, teniendo ubicación preferente el embarcadero –lugar donde atracan los botes y las balsas de totora– que constituye el elemento fundamental de integración y comunicación del grupo humano. En él se coloca una estructura de madera a modo de torre observatorio que permite la relación mutua entre islas y el conocimiento de la llegada de las embarcaciones. Haces de totora atada, en proceso de secamiento pueblan el espacio revelando la importancia que este material tiene en la vida de los pobladores.

Cocina y almacén
Tanto las habitaciones como las cocinas están construidas, en muros y techos, con petates de totora amarrados con fibras del mismo material y estructurados mediante el entretejido de la propia totora o, en algunos casos, con haces de considerable rigidez. Todos los elementos de la arquitectura se confeccionan con el mismo material, las puertas se cierran con cortinas que también son petates que se recogen y estiran para permitir el ingreso. Los techos también son petates con los que se cubren las habitaciones, aunque desde tiempos reciente se está colocando plásticos o incluso calaminas para permitir una mayor impermeabilidad, aunque cubiertos para conservar la imagen ya establecida.

Las viviendas de totora protegen muy bien de las inclemencias del clima, son resistentes al viento y al granizo, se mantienen frías en verano y abrigadas y calientes en invierno. Permiten un pausado intercambio del aire entre el interior y el exterior, así como la salida del humo sin necesidad de una chimenea. Para asegurar el aislamiento los vanos de las puertas se cubren también con totora y las habitaciones tradicionalmente carecen de ventanas. Debemos remarcar que si bien estos usos se basan en las propiedades del material, son la inventiva y la capacidad humana las que han permitido aprovechar al máximo su potencialidad en la lucha por alcanzar un modo de vida confortable.

Unidades de alojamiento
El desarrollo del turismo en sus variedades ecológica, vivencial y de naturaleza, han modificado las dinámicas tradicionales de la vida de las islas, consiguientemente han sido modificados también los procesos constructivos y sus esquemas de organización. Se ha instalado albergues construyendo unidades de alojamiento y de aprovisionamiento de algunos servicios. Se ha construido habitaciones de base circular y techo cónico que sirven como dormitorios, lo mismo que unidades rectangulares de tamaño mayor para comedores, salas de estar e incluso tiendas con productos diversos. En este caso, se ha incorporado elementos estructurales de madera, ventanas e incluso formas arquitectónicas ajenas a la tradición de las islas.
Comedor
También por comodidad de los visitantes han sido incorporadas unidades de baños prefabricadas, a las que se ha dotado de agua caliente por medio del uso de paneles solares que aprovechan el intenso sol que baña las islas casi todo el año, proporcionando también energía para algunos elementos internos de iluminación y sonido.


El término monumento, que se refiere esencialmente al recuerdo, suele estar asociado a objetos notables por su calidad artística o histórica, olvidando, a veces, su perspectiva social.


Creemos que las islas flotantes del Titicaca y las edificaciones que ellas contienen son una muestra de la gran capacidad de los seres humanos de enfrentar condiciones de vida difíciles y, sobreponiéndose a esas condiciones, utilizar eficientemente los recursos del medio para ocupar cualquier territorio y acondicionarlo a sus necesidades. Cada vez que he partido de regreso de las islas lo he hecho con el convencimiento que constituyen un monumento a la capacidad transformadora de los seres humanos.




Textos y fotos: Carlos Cosme.


* Tomadas de internet


martes, 15 de diciembre de 2015

El arte Mudéjar

Concepto
Patio de las Doncellas del Alcazar de Sevilla
Denominamos mudéjares a las expresiones artísticas producidas por la población de origen musulmán en territorio hispano luego de la reconquista; que fue el proceso de recuperación, para el cristianismo, del territorio de la península ibérica dominado por los musulmanes entre los siglos VIII y XV. Es, entonces, un arte cristiano que ha asimilado diversas formas y conceptos del arte islámico estructurándolos de manera armónica. El término mudéjar deriva de la voz árabe mudayyan que significa sometido, en alusión a las poblaciones que lo produjeron. 

Catedral de Teruel
Es un estilo típicamente español, pero dado que era realizado por habitantes de origen musulmán convertidos forzosamente, conservó formas y ornamentos moriscos, en ese sentido, abstractos o geométricos, aplicados a temas de tradición cristiana, aunque incorporó también elementos figurativos como temas sacros, imágenes de santos y diversos motivos de origen occidental. Si pretendiéramos entender las razones del surgimiento y posterior florecimiento del arte mudéjar en la península, deberíamos tomar en cuenta las diferencias culturales de las distintas tradiciones presentes en ella: los cristianos poseían la herencia visigoda, un arte de poca elaboración, mientras que, por el otro, la población islámica disponía de una tradición artística muy refinada.

Alcalá de Henares. Paraninfo
Las obras arquitectónicas islámicas como los alcázares, que fueron convertidos en palacios, o las mezquitas, transformadas en templos cristianos; causaron el asombro de los cristianos. Finalmente también fue importante la influencia cultural que ejerció el reino de Granada que permaneció bajo el poder islámico hasta 1492.

Características
Palacio de Pedro I. Sevilla
El arte islámico le aportó al mudéjar sus conceptos, materiales y tecnologías. De ese modo se incorporó el sentido ornamental. Los elementos decorativos y expresivos constituyen parte importante de las manifestaciones mudéjares, llegando incluso a cumplir un rol primordial en su constitución; debemos subrayar además, que los elementos formales son factores fundamentales de las manifestaciones artísticas del Islam y esa característica se hizo extensiva al arte mudéjar, sobre todo en el interior de los espacios arquitectónicos antes que en los exteriores correspondiendo, de alguna manera, con el principio de darle mayor importancia al interno en los seres y las cosas. Es importante también tener en cuenta los principios compositivos de su ornamentación, tales como la estructuración en repeticiones rítmicas, la tendencia al revestimiento total de la superficie o el diseño que utiliza patrones sin límites espaciales.

Muro de ladrillo con decoración mudèjar
La arquitectura mudéjar incorporó materiales hasta entonces asumidos como de menor calidad o jerarquía, generalizó el uso del ladrillo, el yeso, la cerámica y, sobre todo, la madera, los cuales se constituyeron en materiales de construcción esenciales integrados en un sistema de trabajo que fomentaba la especialización de la mano de obra, llegando a un dominio técnico de alta precisión.

El uso del ladrillo fue fundamental en la arquitectura mudéjar, pero le fue asignado no solo un rol estructural, sus alarifes supieron contrarrestar la monotonía de los paños construidos mediante su uso en formas geométricas repetitivas, arcos entrecruzados y estrellas combinados con fenestraciones de arcos de formas diversas.

El yeso, por su versatilidad y facilidad para el trabajo, fue muy usado para las decoraciones. Las yeserías adquirieron tanto formas vegetales (atauriques), como celosías, elementos geométricos (lazos y estrellas), heráldicos, caligrafías (cúficos y nesjies) y diversos estucos con los que se recubrían zonas muy amplias de los muros.

Azulejos de los muros del
claustro mayor de
San Francisco de Lima
La cerámica vidriada fue uno de los materiales más usados para el recubrimiento de superficies sobre todo con las llamadas azulejos, nombre que deriva del árabe az-zulaiy, que significa barro vidriado; y no del uso del color azul en su decoración, como a veces se cree.

Techo del salón de embajadores
del Alcázar de Sevilla
Fue la madera el material que los artistas mudéjares manejaron con la mayor exquisitez; usada para la elaboración de mobiliario, puertas y ventanas; pero, por sobre todo, para labrar techos con una técnica constructiva de piezas unidas sin clavos denominada machihembrado. Este consiste en labrar piezas apuntadas y rebajadas alternativamente que encajan perfectamente, para lograr diseños muy complejos. 

Par y nudillo, Huaro, Cusco, Perú
La madera fue usada en techumbres con diversos sistemas constructivos, algunos techos fueron planos (alfarjes) y otros curvos (bóvedas y cúpulas). En todos los casos era esmaltada con lo cual se resaltaba las formas del labrado. Entre los principales sistemas tenemos:

- El par y nudillo, que consistía en una serie de dos maderos oblicuos unidos y asegurarlos con uno tercero a modo de tensor que los estabilizaba, sobre el cual se colocaba la cubierta asumiendo exteriormente la forma de techumbre de dos aguas.

- El artesonado, que es un conjunto de piezas de forma poligonal, labradas en profundo. Sus formas suelen ser cuadradas u octogonales, aunque en otros de formas variadas, incluso estrelladas; unidas formando una trama uniforme. Se les incorporaba elementos en el interior, como piñones o pinjantes.

Lacería en el crucero del templo
de San Francisco, Quito, Ecuador
- La lacería, que consiste en un entramado de trozos de madera labrada, unidos simulando un entretejido, en muchos casos integrado con artesones. Es el sistema que permite las formas más complejas y de mejor efecto decorativo.

En el plano de los elementos arquitectónicos mudéjares encontramos numerosas torres-campanario, formadas por un primer cuerpo de alminar al cual se le ha superpuesto, en la parte alta, un cuerpo adicional de campanas, como en el caso de la torre de la catedral de Teruel.

Las manifestaciones del arte mudéjar llegaron a América con la conquista española, produciendo, en estas tierras, una gran cantidad de obras artísticas de gran calidad, sobre todo durante el S. XVI, por lo cual muchas han desaparecido. Sobre algunas de las que sobreviven hablaremos en futuras publicaciones.

Textos: Carlos Cosme


domingo, 6 de diciembre de 2015

El mate burilado del Alto Mantaro


Hace algunos años, una visita a la feria dominical de Huancayo era un recorrido por un mundo casi mágico de formas, colores y personajes variados. Nuestros ojos iban de la textilería de San Pedro de Cajas a los bordados de la región o los juguetes de madera de Molinos; pasando por las delicadas figuras de los mates burilados de Cochas , para detenerse finalmente en los destellos de la platería de San Jerónimo de Tunán. Estos destacaban nítidamente en medio de productos alimenticios y todo tipo de objetos industriales que llegaban de Lima y de otras regiones. Todo se podía comprar en la feria y a ella venían pobladores desde las zonas más altas de la cordillera y desde valles aledaños. Huancayo se había convertido en un gran centro comercial, a partir de su conexión con Lima y la costa mediante el ferrocarril central pero sobre todo por el espíritu emprendedor de su gente, con gran visión e iniciativa.

Varios de los productos eran de larga tradición en el valle del Mantaro, pero algunos fueron incorporados al valle recién durante los siglos XIX y XX. La antigua relación comercial entre Lima y el Cusco, que tenía a la ciudad de Huamanga como punto obligado de paso, había convertido a esta última en un importante centro comercial y productivo. Al construirse el ferrocarril central, Lima inició una intensa relación comercial con Huancayo y el Cusco con Puno y Arequipa, llevando a Huamanga al desastre productivo y comercial. Esto motivó la migración de un buen número de productores artísticos y artesanales al nuevo centro comercial: el valle del Mantaro y la ciudad de Huancayo. Impulsados por la necesidad de supervivencia, buriladores, plateros e imagineros llegaron a la zona llevando sus técnicas tradicionales y las incorporaron a las que encontraron allí. A través de la presente serie de artículos pretendemos mostrar algunas de las notables tradiciones de la zona. Empezamos, en primer lugar, con la matería se Cochas.

Frutos decorados
Mate pirograbado hallado en
Huaca Prieta (La Libertad)*
El uso del mate (fruto de la lagenaria que conocemos tambièn como calabaza) para fines utilitarios es muy antiguo en nuestro territorio, era usado como recipiente para alimentos hace probablemente más de 6 000 años. Su uso luego adquirió carácter simbólico y fue incorporado a dinámicas de culto. En la colonia su empleo continuó, formó parte de la vajilla del hogar, sencilla o decorada, incluso engastada en plata, según era la capacidad económica de sus propietarios.


Cofrecillo decorado procedente
de Ayacucho*

Esta tradición artística tuvo muchos realizadores en las ciudades de Huamanga y Huanta en Ayacucho, también en la región de Huancavelica, ambas constituían la zona del Bajo Mantaro; los centros de producción de la región Junín entre tanto formaban parte del Alto Mantaro. Las condiciones económicas del siglo XIX y sobre todo del XX favorecieron a la zona del Alto Mantaro, específicamente en los pueblos de Cochas Grande y Cochas Chico en el distrito del Tambo de la provincia de Huancayo.


Las técnicas
Mate en proceso de ser burilado
Para la elaboración de las piezas, una vez secos y luego de haber vaciado su contenido, los mates se burilan, labrando la superficie con un objeto punzante sobre unos trazos hechos previamente con lápiz. Una vez realizadas las incisiones se puede optar por dos tipos principales de acabado.
Tècnica huamanguina
Uno de ellos consiste en preparar un betún de color negro, mezcla de tizne con grasa, con el que se unta el mate, consiguiendo que se introduzca en las incisiones, así quedan delineados los diseños en color negro sobre la superficie amarillenta. Esta técnica, pese a ser realizada en Cochas, aún conserva su nombre de Huamanguina. La otra técnica consiste en quemar la corteza del mate, previamente burilado, con astillas de qeñual (polilepys spp.).
Técnica huanca de pirobrabado
De ese modo se obtienen diversas tonalidades en la superficie, desde el naranja parduzco hasta el casi negro, según el tiempo de la aplicación; su acabado final tiene tantas gradaciones que es difícil creer que provienen de quemado y no de colorantes o anilinas; esta técnica es la llamada
Huanca.
A estos dos tipos de acabados se agrega actualmente diversas técnicas, como la coloración de las superficies con anilinas, reproduciendo los diseños de los textiles bordados  lo cual es poco tradicional pero ha mejorado su posicionamiento en el mercado.

Mate con representación de la
Batalla de Angamo
s**
Las representaciones
Desde sus orígenes ayacuchanos las representaciones de los mates han reflejado los acontecimientos importantes de la vida. Así encontramos escenas alusivas a grandes hechos históricos, lo mismo que imágenes de festividades populares o familiares, acompañados de escenas de trabajo, de la vida cotidiana y del paisaje de la región. 

Aparecen también festividades populares, especialmente escenas de la festividad de Santiago Apóstol, de la siembra y cosecha de papas, lo mismo que danzas y ritos de la zona: el huaylars, los shapish, la huaconada y otras. Estas se labran en el sector central del mate mientras que los sectores superior e inferior se decoran con complicadas formas geométricas o simulaciones de flores y enredaderas, siguiendo la tradición del arte mudéjar.

Las formas
Mate azucarero*
Puru
Siendo los mates productos orgánicos, sus formas son variadas. Cuando son labrados, los artistas se acomodan a esas formas para producir objetos utilitarios o decorativos. Así tenemos: azucareros, de forma globular, a los que se les corta la parte superior dejando los bordes con puntas de estrella y que tienen fin utilitario.

Huiro
Una de las formas más comunes es la llamada puru, de forma parecida una pera, los alargados, usualmente labrados con diseños horizontales son llamados huiros y los de forma curva son convertidas por los materos en bellas aves.

Aves
Artistas
La matería es una actividad que mantiene vigencia en la zona, sus artistas siguen produciendo, como el caso de la familia Veli, Ángel Alfaro o Sixto Seguil, de la dinastía de la familia Dorregaray, su línea materna, de larga tradición en la producción artística.

Nuestra visita al valle del Mantaro nos ha permitido verificar la estrecha relación que establecen los artistas populares con su entorno, del que se convierten en voceros permitiéndonos gozar de la experiencia estética que proporcionan sus obras, en las que confluyen armoniosamente la forma, el color y, sobre todo, la vitalidad y expresividad de sus representaciones.

Textos y fotos de Carlos Cosme

* Fotos tomadas de:
STATSNY, Francisco. (1981). Las Artes Populares del Perú. Editorial EDUBANCO, Madrid.
** Dibujos tomados de:
RÍOS, Sirley y ZÁRATE, Juan, (2001). Breve historia gráfica de la plástica andina. Seminario de Historia Rural Andina. Lima.

Bibliografìa:
AAVV. (2006). El fruto decorado. Mates burilados del Valle del Mantaro (siglos XVIII-XX). URP-ICPNA. Lima,