La ocupación
española trajo consigo la reorganización integral del territorio de los Andes
Centrales y el replanteamiento de sus dinámicas. Así, fueron priorizadas las
regiones con potencial minero y las costeñas que permitían la comunicación con
la metrópoli. El control del territorio fue hecho efectivo a partir de la
fundación de ciudades y de reducciones. Las ciudades eran centros políticos,
administrativos, militares y religiosos en las que se concentraba, sobre todo,
la población española, criolla y mestiza; mientras que las reducciones eran
centros poblados, usualmente de pequeñas dimensiones, en los que se concentraba
la población indígena que previamente vivía dispersa en las zonas rurales, de
esa manera podían ser controladas política y económicamente, además de ser
incorporadas a las dinámicas sociales impuestas por la dominación española.
La política
de reducciones empezó tempranamente en el virreinato, pero adquirió su
verdadero impulso con la llegada del virrey Don Francisco de Toledo. Este virrey,
quien recorrió gran parte del territorio, estuvo en la región del Cusco alrededor de 1570; allí ordenó la reducción de numerosos poblados andinos y la
fundación de pueblos de indios en el recorrido hacia el Collao. En los dos años
siguientes habían sido fundados, entre otros, los pueblos de San Jerónimo,
Oropesa, Urcos, Huasac, Cay-Cay, Andahuaylillas, Huaro, Tinta, Checacupe y
Tungasuca. Dado que una de las razones principales de la política de
reducciones era el impulso de la evangelización, en todos esos pueblos fueron
construidas capillas doctrinales, según modelos homogéneos preestablecidos. El
proceso de configuración de estas iglesias fue complejo y dilatado. A su
original estructura arquitectónica fueron luego agregados diversos elementos tanto
funcionales como ornamentales: retablos, series de cuadros, muebles, tallas e
imágenes de diversa índole. Dichos elementos correspondieron, en su estilo, a
los tiempos específicos en que fueron elaborados.
Planta gótico isabelina |
Estructura de par y nudillo (1) |
El paso del tiempo, los sismos, pero
sobre todo la incursión de nuevos modelos propios del S. XVII, motivaron la
destrucción de muchas de estas edificaciones para construir según el nuevo tipo de
planta en cruz latina que se ampliaba algunas veces a tres naves. Esa variación
de modelo tuvo lugar sobre todo en las ciudades, manteniéndose el patrón gótico
isabelino en las zonas rurales, especialmente en las reducciones.
Los
elementos que configuraron la imagen y estructura de esos templos fueron
incorporándose en períodos largos, en los que además, muchos de ellos fueron
renovados por ser parte de su mobiliario en correspondencia con la estética de su
momento por lo que en casi todos los casos los rasgos estilísticos de las
iglesias resultan muy variados. Así, es común que el esquema gótico isabelino
techado con estructuras mudéjares fuese complementado con portadas
renacentistas; pintura, sobre todo mural, de caracteres manieristas; además con
una retablería y un mobiliario barrocos. Más tarde se incorporó, sin alterar la
coherencia del lugar, elementos de influencia rococó o neoclásica. Esto nos lleva a
la afirmación que el análisis artístico de esas edificaciones no debe tener
como eje la estilística, aunque alguno de los estilos sea predominante o quizá
más notorio por sus propias características formales.
Recientemente
se ha incorporado a la difusión de los circuitos turísticos de la región del
Cusco el llamado «circuito barroco», es evidentemente una propuesta
publicitaria totalmente válida que expresa las buenas relaciones que pueden
establecerse entre el turismo y el patrimonio artístico; que además puede
contribuir, de manera importante, a su conservación y sostenibilidad. Pero ante la denominación del circuito expresamos nuestra
inquietud: Será válido resaltar solamente el barroco en una zona cuya riqueza
artística proviene justamente de su diversidad y su creatividad frente a los
patrones culturales y artísticos llegados de la península. ¿No estamos
uniformando y constriñendo las expresiones artísticas de los variados periodos
que se puede encontrar en nuestro territorio? Creemos que; como ocurre en otros
ámbitos de la identidad nacional: la cultura, la música e incluso la
gastronomía; la diversidad de elementos
componentes es su mayor riqueza y es esa diversidad la que debe ser reconocida
y enunciada. Mucha de la producción artística de las diversas regiones de
nuestro país proviene del S. XVI o de inicios del XVII; cuando aún el barroco
no se hacía presente en la producción artística hispanoamericana; sobre todo en
la zona en mención. Habría que promover campañas publicitarias novedosas que
permitan resaltar la riqueza de la diversidad estilística y cultural de nuestra
producción artística.
Respecto al
circuito en cuestión, estamos hablando de la ruta que comunica los
departamentos de Cusco y Puno, a lo largo del cual se halla un conjunto de
pueblos pequeños. Todos ellos cuentan con iglesias que corresponden al patrón
ya mencionado. De ellos el pueblo de Andahuaylillas está incorporado desde hace algunos años a los circuitos turísticos y atrae a una buena cantidad de visitantes
anualmente. Por esa razón ha tenido varios procesos de mantenimiento y
últimamente ha sido integralmente restaurada. También lo ha sido la iglesia de
Huaro y sus murales; ambas son parte de lo que se ha denominado la «Ruta del barroco andino», pero el patrimonio de la zona es mucho mayor. En esta oportunidad haremos referencia a algunas de ellas. Las referidas serán las iglesias de
Andahuaylillas, Huaro, Canincunca y Checacupe.
La iglesia
de San Pedro de Andahuaylillas está ubicada en el pueblo del mismo nombre
aproximadamente a unos 45 km. de la ciudad del Cusco. Se presume que este lugar
había sido un asentamiento inca, lo que sí es cierto es que es una zona muy
fértil, lo que explicaría la bonanza que habría permitido la construcción de
arquitectura de envergadura en los inicios de su asentamiento. El poblado data
de los últimos años del S. XVI y la iglesia de los primeros del S. XVII; no se
conoce la fecha exacta, pero algunos de los hermosos murales que la ornamentan
están fechados en 1620, promovidos por el religioso Juan Pérez Bocanegra.
Techumbre del presbiterio de Andahuaylillas |
Huaro
Fachada de la iglesia de Huaro |
Mural del Triundo de la Muerte |
A poca
distancia de Huaro y antes del de Urcos se encuentra la iglesia de Nuestra
Señora de la Candelaria de Canincunca. Su localización, al borde de la
carretera, fuera del poblado hace suponer que en sus inmediaciones se reunía la
población en épocas de festividades o de ferias. Podría pensarse también que el
lugar correspondería a algún asentamiento prehispánico, cuya localización
habría dado lugar a la existencia de un cementerio en ladera que se habría
querido sacralizar con la construcción de dicho templo. Es de tamaño muy
pequeño y de características muy sencillas en su exterior. Su fachada tiene un
sector central con portada de piedra en arco de medio punto bajo un balcón
abierto, flanqueado por un par de torres de campanario de base cuadrangular. Su
interior es de una sola nave en el que no se diferencian espacialmente la nave
del presbiterio.
Toda su techumbre es de par y nudillo, cubierta en su zona
central por una tapa pintada con motivos de diversas influencias tanto
renacentistas como manieristas y mudéjares; mientras que las zonas laterales de
la techumbre, estructuradas con rollizos inclinados, están pintadas con motivos
mudéjares de rombos y flores geometrizadas. Los muros de toda la iglesia están
pintados imitando telas de Damasco.
El retablo mayor, de clara influencia barroca, contiene un conjunto de pinturas de influencia manierista, lo cual nos sugiere que podían haber sido realizadas en la primera mitad del S. XVII.
Sector central del techo |
El retablo mayor, de clara influencia barroca, contiene un conjunto de pinturas de influencia manierista, lo cual nos sugiere que podían haber sido realizadas en la primera mitad del S. XVII.
En la
continuación de la carretera hacia Sicuani, límite entre los departamentos del
Cusco y Puno, se encuentra el pueblo de Checacupe su iglesia parroquial es de
las mejores muestras de arquitectura provincial en el Cusco, siguiendo el
patrón gótico isabelino, está complementada por un conjunto de elementos
artísticos de gran riqueza. El templo se halla ubicado longitudinalmente
paralelo a la plaza, por lo que su portada lateral resulta de mayor importancia
que la principal, ambas tienen caracteres renacentistas pero la lateral posee dos cuerpos, uno bajo donde se ubica la puerta entre dos juegos de columnas pareadas y uno alto con tres hornacinas en arco de medio punto, pintadas en su interior.
Presbiterio de Checacupe |
Del mismo
modo que hemos reseñado, aunque brevemente, este circuito; podríamos haberlo
hecho con muchos otros en nuestro territorio. Este, como los demás, es la
demostración de que el valor y la riqueza del patrimonio tienen su mejor expresión en la diversidad de sus elementos e influencias estilísticas. Reducir esta
diversidad es renunciar a su mayor virtud. Solo su profundo conocimiento
permitirán su valoración y por lo tanto su conservación. Son un espejo de todas
las sangres que han determinado la cultura y la identidad de nuestro país.
Textos e imágenes del autor
(1) Ilustración tomada de: http://enrique.nuere.es/blog/?p=572
Textos e imágenes del autor
(1) Ilustración tomada de: http://enrique.nuere.es/blog/?p=572
Hola Carlos
ResponderEliminarRealmente muy interesante el tema, ademas descrito con gran conocimiento de la estilística, es para tomar una mayor conciencia de lo invalorable de nuestra riqueza en lo que se refiere a las iglesias coloniales. Mis sinceras felicitaciones. Gracias por esta entrega.
Saludos, Waldo.
Gracias profe ..siga haciendo mas post q nos ayudan a entender mejor el arte q día a día apreciamos
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