viernes, 15 de enero de 2016

La iglesia y monasterio de Santa Clara de Ayacucho

Vista general de la ciudad de Ayacucho
Del mismo modo que las personas, las ciudades van perfilando su personalidad sobre la base de sus dinámicas sociales. Así, por su tradición de religiosidad, la ciudad de Ayacucho –capital de la región del mismo nombre– se ha configurado como la ciudad de las 33 iglesias. Ningún autor ha verificado dicho número de templos coloniales, pero, de hecho, la cantidad de edificios religiosos resulta notable en relación con la población de la ciudad; la cual, a pesar de poseer un nombre oficial, es llamada por sus habitantes por su denominación colonial: Huamanga.

Fachada principal
La ciudad fue fundada el 29 de enero de 1539, pero hubo de ser trasladada a su actual ubicación el 25 de abril de 1540. Desde el inicio fue sede de una población de encomenderos quienes en muy poco tiempo, a partir de un conjunto de actividades económicas, como la minería y la producción manufacturera, acumularon muy grandes fortunas. Uno de ellos: el corregidor Antonio de Oré, mandó construir, de su propio peculio y haciendo uso de la mano de obra indígena, el monasterio y la iglesia de Santa Clara de Asìs, para monjas de clausura de la orden franciscana. La finalidad era que en él profesaran sus hijas, decididas a asumir una vida de contemplación. Dice la tradición que los fondos provinieron de una mina de plata llamada Chumbilla, de rica producción, la cual se habría extinguido luego de proveer los fondos necesarios para la construcción. El fundador consiguió los permisos necesarios para la apertura del monasterio habiendose hecho realidad el 6 de mayo de 1568.

Coros alto y bajo, cerrados
Fachada lateral con frente a
la plaza de Santa Clara (1)
La estructura original del templo es gótico isabelina, es decir de una sola nave angosta y alargada*, con la particularidad de no poseer entrada por el frente, al estar este ocupado en el primer y el segundo nivel por coros cerrados desde donde las religiosas podían oír misa sin ser vistas. La entrada de los fieles se realiza por la portada lateral la cual daba frente a una plaza llamada de Santa Clara.

La iglesia fue construida de piedra y cal. Está orientada de norte a sur, mide 35.64 m. de longitud y 8.25 de ancho. Su atrio es muy angosto y alargado, parte del cual ha sido convertido en jardín.

Planta de la iglesia (2)
Posee una torre única, singular en su forma pues es de dos cuerpos de campanas, colocados sobre una voluminosa base llana, separados por cornisas muy resaltadas, tanto la que remata la base como la que separa los cuerpos, remata en un cupulín con linterna rodeado de cuatro pináculos.  

El tratamiento formal de los exteriores es sencillo, como en la mayoría de los templos ayacuchanos. En la fachada lateral, sobresalen los volúmenes de la torre y la capilla del Nazareno, pero el plano también es roto por voluminosos contrafuertes; en este frente también hay dos puertas de las cuáles solo se abre la del atrio. Está enmarcada por una portada estructurada por dos columnas estriadas entre las cuales se ubica la puerta en arco de medio punto sobre la que se ubica un entablamento con rosetones y un corto frontón curvo, flanqueado por escudos.
 
El techo es a dos aguas, con recubrimiento exterior de tejas; la estructura del sector de la nave es de par y nudillo**, trabajada en madera, maguey y carrizo que por su acabado, algo rústico, se halla recubierto interiormente con estera enlucida y coloreada.

Vista interior del templo y sus techos


Techo del presbiterio
La nave está separada del presbiterio por un arco triunfal rebajado. Este último sector, dada su importancia, se eleva por sobre el nivel de la nave y posee un techo de lacería de terminación poligonal; un sistema constructivo muy complejo de origen árabe labrado en madera con piezas que dan la impresión de estar entretejidas. El acabado se ha completado con artesones esmaltados para cubrir los espacios que quedaban entre los lazos de madera. Este techo es de las primeras obras originales del arte mudéjar en nuestro territorio, construido en el S. XVI, contemporáneamente a los techos franciscanos de Quito. Solo está registrada una intervención importante de reparación en 1941.

Detalle de la lacería mudéjar
Capilla del Nazareno
Posee cinco capillas laterales, una sola de las cuales está ubicada en un recinto especial, la del Jesús Nazareno, patrón de la ciudad, abierta, sin cancel que la aísle de la nave. Su retablo es de dos cuerpos y tres calles, en su hornacina principal se encuentra la talla del Nazareno, flanqueado por una dolorosa y un San Juan Evangelista; el segundo cuerpo tiene tres pinturas una coronación de la virgen, en el centro y dos evangelistas en los laterales. Todo es de un fino labrado barroco con columnas de formas variadas siendo salomónicas las centrales. Frente a esta capilla se encuentra una tribuna en forma de balcón cerrado, también para permitir la presencia de las monjas cuando se decía misa en ella.

Retablo mayor
El retablo mayor es relativamente pequeño, de dos cuerpos y tres calles, con la particularidad que en la calle central la hornacina, colocada sobre el tabernáculo, rompe la cornisa que separa los cuerpos e invade el superior. Este recurso fue muy usado en la retablería de la zona y permite acentuar la verticalidad del conjunto produciendo una sensación de mayor altura. La variedad de columnas también es notable, aunque las principales son corintias, amelcochadas en su tercio inferior y estriadas en los dos superiores. En esta hornacina se halla una Inmaculada Concepción, patrona de la orden franciscana. A los lados del tabernáculo Santa Clara y San Francisco de Asís. Es una importante pieza del barroco de Ayacucho, con abundancia de figuras antropomorfas y presencia de espejos.

La sencilla arquitectura de esta iglesia, se enriquece con retablos, pinturas y tallas, haciendo de este conjunto una muestra importante de nuestro patrimonio cultural y una estación imperdible en la visita a la ciudad de Ayacucho.

Textos y fotos: Carlos Cosme

(1) Tomado de:  MARIÁTEGUI OLIVA, Ricardo (1974). Santa Clara de Ayacucho: Plateresco y mudejarismo de los siglos XVI y XVII en el Perú. s/e, Lima.
(2) Plano proporcionado por la Municipalidad de Ayacucho.

Bibliografía:
MEDINA, Pío Max. (1942). Monumentos coloniales de Huamanga (Ayacucho). Imprenta La Miniatura. Ayacucho.











lunes, 4 de enero de 2016

La iglesia y monasterio de San Agustín de Zaña

Restos de la arquitectura religiosa de Zaña
En la provincia de Chiclayo de la región Lambayeque; en las afueras del actual pueblo de Zaña, a orillas del río del mismo nombre; se yerguen los restos de unas imponentes edificaciones religiosas. Hoy huellas polvorientas de un pasado esplendor, motivan la inquietud de quienes las observan y han sido objeto de múltiples leyendas de emocionantes aventuras y castigos divinos. En esta oportunidad trataremos de develar los secretos de una de ellas.

La población de Santiago de Miraflores de Zaña fue fundada en 1563 con la categoría de villa. Su acta de fundación está fechada el 29 de noviembre; el objetivo de la misma fue establecer control sobre la actividad de los encomenderos y religiosos de la zona, muy rica en producción agrícola y con grandes posibilidades comerciales. Sobre la historia del lugar hay mucho que comentar y será en algún momento tema a desarrollar, pero cabe señalar que tanto los datos históricos como los restos arquitectónicos dan cuenta de su pasado esplendor.

Atrio de la iglesia y convento de San Agustín
El complejo agustino
Del conjunto de restos en la zona destacan claramente los de la iglesia y el monasterio de la orden de San Agustín, son los mejor conservados pero también mencionados por varios estudiosos como los de mayor importancia en el lugar. Sus características arquitectónicas, sobre todo sus techumbres góticas, resultan particulares, por ser escasas en el territorio.

Restos de la nave
El complejo se ubica a solo una cuadra de la plaza mayor. Según el Arq. Emilio Harth-terré, el edificio que se conserva habría sido iniciado en 1584, por el religioso fray Alonso García, luego de los destrozos producidos por el fenómeno el Niño de 1578, habiéndose probablemente terminado a inicios del S. XVII. Algunos documentos lo mencionan funcionando para 1619, fecha en que un terremoto remeció toda la zona. Sus grandes dimensiones y el boato que poseía se debieron al poder económico de los vecinos de la zona. Sus rentas eran numerosas y le permitieron seguir funcionando luego de las inundaciones de 1720 por otro fenómeno el Niño, el cual destruyó la ciudad, funcionó incluso con posterioridad al de 1728, luego de los cuales los religiosos limpiaron sus instalaciones del barro y las piedras de la inundación, desconociéndose hasta cuándo siguió brindando servicios religiosos.

Restos del primer claustro y el volumen de la iglesia
La edificación
Las características formales de la planta resultan bastante particulares. El conjunto estaba constituido por dos claustros y un templo ubicado en la esquina noreste. Así es representado en el plano de la ciudad que se publica en el texto del Obispo Martínez de Compañón, posterior a 1780. Hoy sobrevive gran parte del muro perimetral, parte del primer claustro con su arquería y algunos sectores del templo.


Plano publicado por Emilio Harth-terré
En el plano que Harth-terré publicó en 1964, puede apreciarse el convento con un solo claustro y el templo con dos naves y una capilla lateral. El templo y la portería del convento están antecedidos por un atrío en L.
La nave lateral ocupa el lugar del evangelio –el lado derecho desde la posición del religioso en el presbiterio– y la capilla anexa, el lado de la epístola. La nave principal es la de mayor ancho y altura, está dividida en seis paños techados con sendas bóvedas de doble curvatura (vaídas) estructuradas con nervaduras y terceletes, formando tejidos armoniosos y tendidas sobre arcos de medio punto. El paño de los pies (el primero desde el atrio) contiene un coro alto, por debajo del cual se ingresa a la nave. La zona correspondiente al presbiterio ha desaparecido por completo, pero puede deducirse que ocupaba el último paño pues debajo de él se encuentra la cripta sepulcral a la que se ingresa por una escalera situada al borde del mismo, en el gráfico el muro testero aparece plano, aunque no se evidencia con exactitud en la imagen. De las seis bóvedas se conserva aún la del coro y las dos adyacentes de la nave. era plano. 


Sector del presbiterio
ABóvedas de la nave principal
Un detalle muy importante es la forma de la sacristía, con terminación poligonal. Si observamos con cuidado el plano identificaremos que, en conjunto con la nave lateral y el ingreso, constituye una típica planta gótico-isabelina: angosta y alargada, dividida en coro bajo (sotocoro), nave y presbiterio poligonal que, en este caso, se comunica con el claustro a través de un paño de mayor tamaño y con la portería a través del coro bajo, cuya parte alta hace las veces de antesala del coro de la nave principal. Esto nos lleva a pensar que esa era la planta original del templo, la cual debe haber sido modificada durante el S. XVII, con la construcción de la nave principal.


Zona del presbiterio con ingreso
a la capilla sepulcral
En toda la tradición del S. XVI, incluso en Zaña, son los presbiterios y no las sacristías las que tienen terminación poligonal, eso lo podemos comprobar al analizar otras dos iglesias del mismo lugar, graficadas por Harth-terré –la matriz y la de San Francisco, ambas tienen presbiterio poligonal y en el caso de la matriz, fue ampliada a tres naves, probablemente dada su importancia religiosa y económica.

Todas las portadas, las del templo y la de la portería corresponden al mismo esquema, de clara influencia renacentista. Las del templo, la principal y la lateral, están estructuradas por dos apoyos laterales, pilares en la principal y semicolumnas en la lateral, de orden toscano, rematadas en entablamentos, decorado con triglifos y rosetones en la principal y llano en la lateral, ambas encierran vanos terminados en arcos de medio punto. Ambos casos rematan en frontones triangulares que se rompen para dejar paso a ventanas altas. La principal tiene una ventana rectangular con un elemento cóncavo superior que puede relacionarse con una venera. Está rodeada de un remate con paneles a modo de pilares, entablamento liso y coronación de frontón curvo.

   Portada principal                         Portada lateral                     Portada del convento
La puerta del convento es de forma rectangular, de terminación plana y sobre su entablamento carece de frontón, sobre la puerta destaca el escudo agustino flanqueado por jarrones. 


Escudo agustino
Pintura mural
El material constructivo es, en todos los casos el ladrillo, usado tanto para los pilares y muros, como para las bóvedas e incluso el piso. Estaba tarrajeado con cal y en varios lugares aún se puede encontrar los restos de la pintura mural que cubría partes de los muros.


Campanario de espadañas 
El imafronte es de terminación plana, carece de torres. El campanario, muy peculiar, está constituido por dos espadañas unidas en esquina por sus laterales, por lo que adquieren la apariencia de una torre incompleta.


Cúpula de la escalera al coro
La escalera que conduce al coro está techada con la única cúpula que existe en el conjunto.

El patio del convento está rodeado por los restos de la una arquería de poca altura con arcos que descansan sobre semicolumnas de orden toscano que resultan, por esa razón, pareadas.


Arquería del primer patio
Las habitaciones que rodean el patio están bastante deterioradas en uno de los lados, que parece haber correspondido a la sala capitular; habiéndose perdido totalmente en los otros. Aún así, gracias a una restauración realizada por el Arq. Víctor Pimentel Gurmendi, el conjunto se ha conservado como lo que constituye: una parte importante de nuestro patrimonio, con el agregado de constituir un interesante atractivo turístico de la zona.


Textos y fotos: Carlos Cosme

* Plano tomado de Emilio Harth-terré

Bibliografía:

HUERTAS, Lorenzo (1993). Fundación de la Villa de Santiago de Miraflores de Zaña; Un modelo hispano de planificación urbana. En: Historia y Cultura Nº 22. pp. 145-205. Lima.
CASTAÑEDA, Juan et. al. (2015). Templos virreinales de los valles de Lambayeque. Universidad de San Martín de Porres, Lima.